LA TERNURA, ¿EN CUARENTENA?
Parece ser que llevamos al menos una década encerrándola por temor a la blandura.
En diciembre de 2010, me hice el propósito de promover la ternura en el trato personal, como principio de convivencia. En aquellos momentos sufría en mis carnes un episodio de acoso laboral muy complicado, y estaba lidiando con un asunto familiar doloroso que requería mi atención firme y sosegada.
En medio de ese torbellino emocional, la ternura, que mi madre de alguna manera me había legado, se abrió paso en mi mente. En su día había convocado en el blog una encuesta sobre los beneficios de la ternura; los resultados fueron desalentadores al mostrar que se veía más bien como una debilidad.Aún así seguí escribiendo mi opinión, mostrando la otra cara de la moneda:"la ternura como fortaleza" que fue tomando cuerpo en mi vida en el intento de mejorar mi conducta hacia los demás, desde la lectura y enseñanzas que motivasen el encuentro con la herencia emocional recibida de mi madre.
¿Qué significado tiene en nuestro comportamiento la manifestación de la ternura? ¿Forma parte de nuestro pensar diario?
Me planteaba en diciembre de 2010, lo que ahora me lleva a meditar en el 2020
Hoy quiero sentir...TERNURA
¡Qué está pasando!
Deberes ilimitados para los ciudadanos honestos…Derechos humanos para los criminales.
Amnistía para los estafadores…pagar las deudas es de tontos.
Corruptos pavoneándose de su poder…profesores sojuzgados en las aulas.
Rejas en ventanas y puertas…comerciantes indefensos ante una delincuencia indemne.
Regalos por pasar de curso…sin saber.
Más vale un coche lujoso…que una amistad a toda prueba.
Más vale una pantalla gigante…que una conversación.
¡Siento que las rejas del materialismo atenazan el espíritu!
Quiero que la honestidad sea motivo de orgullo.
Quiero que la rectitud de carácter se palpe en los actos.
Quiero que desaparezcan la corrupción, la falta de ética de moral de respeto.
Quiero que la vida sea bella también para los que sufren…porque se sienten acogidos.
¡Qué bello es vivir!...Cuando se instala la ternura en los corazones.
¡El reto de levantar la cuarentena!
La ayuda que podamos prestar a nuestros familiares y amigos, a los conocidos y a quienes lo deseen, parte de nuestra mirada hacia ellos; de comprender los acontecimientos que les atañen desde su singular sentir.
No desperdiciemos el valor de la ternura en nuestra conducta.
3 comentarios:
Nos lo dijo nuestro Señor Jesucristo, "«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8)".
Creo que la ternura que mencionas tiene mucha relación con el corazón limpio.
Jesús nos confirmó que aquel que se mantenga tierno en su vida, tierno y limpio de corazón con sus hermanos, ése conocerá a Dios.
Gracias, Fernando, por tu comentario.
Desde luego, el limpio de corazón mira con los ojos abiertos sin poner en funcionamiento el espejo retrovisor. Pero una cosa son las palabras y otra, bien distinta, los hechos. Cierto que el arrepentimiento está para reparar el daño causado, pero...es ahí donde el corazón limpio juega un papel esencial.
¿Somos verdaderamente capaces de pedir perdón?
¿Cómo reparamos el daño causado?
Pienso en los tantos ejemplos que nos dejó "la dulcita" entre errores y aciertos, ella se disculpaba y disculpaba; trataba de conciliar los desacuerdos, desde luego, a su manera.
Cada persona que permaneció a su lado, expresa de su carácter cierta hipocondría marcada por la muerte repentina de una de sus hermanitas pequeñas y de sus padres, el mismo día, a causa de la mal llamada Gripe Española, de 1918. Con todo, y no siendo la mayor de los hermanos, les atendía con lo que mejor se le daba: llevar las cuentas de su abuelita que se hizo cargo de todos ellos.
Esto viene a cuento por el mensaje que me ha trasladad tu primo Alberto. Para él "la ternura está directamente ligada a la inteligencia que heredamos".
No voy a negar que, en la formación del carácter, interviene la Genética, pero el aprendizaje complementa para mejorar o empeorar aquello que heredamos.
El mensaje para mi es que los seres humanos somos herederos de una dualidad: Cain y Abel habitan en nosotros, y pugnan por dejarse ver. Es cuestión de elegir.
El poder de perdonar hemos de pedirlo al Espíritu Santo. Sin Su ayuda no será posible, jamás seremos capaces.
La ancestral pugna del bien versus el mal lleva librándose, en todos y cada uno de nosotros desde siempre. Jesús nos enseña con Su ejemplo la forma segura de vencer esa batalla.
Con amor. ¡Ay!, qué difícil es seguir ese camino a veces.
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