domingo, 13 de septiembre de 2020

NOVATA 58

 LA TERNURA, ¿EN CUARENTENA?

Parece ser que llevamos al menos una década encerrándola por temor a la blandura.

En diciembre de 2010, me hice el propósito de promover la ternura en el trato personal, como principio de convivencia. En aquellos momentos sufría en mis carnes un episodio de acoso laboral muy complicado, y estaba lidiando con un asunto familiar doloroso que requería mi atención firme y sosegada.

En medio de ese torbellino emocional, la ternura, que mi madre de alguna manera me había legado, se abrió paso en mi mente. En su día había convocado en el blog una encuesta sobre los beneficios de la ternura; los resultados fueron desalentadores al mostrar que se veía más bien como una debilidad.

Aún así seguí escribiendo mi opinión, mostrando la otra cara de la moneda:"la ternura como fortaleza" que fue tomando cuerpo en mi vida en el intento de mejorar mi conducta hacia los demás, desde la lectura y enseñanzas que motivasen el encuentro con la herencia emocional recibida de mi madre.

¿Qué significado tiene en nuestro comportamiento la manifestación de la ternura? ¿Forma parte de nuestro pensar diario? 

Me planteaba en diciembre de 2010, lo que ahora me lleva a meditar en el 2020

Hoy quiero sentir...TERNURA 

Aunque me entristece la incertidumbre en la mirada de tantos niños, tantos jóvenes, adultos y ancianos que se ven inmersos en un mundo al revés.

¡Qué está pasando!
Deberes ilimitados para los ciudadanos honestos…Derechos humanos para los criminales.
Amnistía para los estafadores…pagar las deudas es de tontos.
Corruptos pavoneándose de su poder…profesores sojuzgados en las aulas.
Rejas en ventanas y puertas…comerciantes indefensos ante una delincuencia indemne.
Regalos por pasar de curso…sin saber.
Más vale un coche lujoso…que una amistad a toda prueba.
Más vale una pantalla gigante…que una conversación.

¡Siento que las rejas del materialismo atenazan el espíritu!
Quiero que la honestidad sea motivo de orgullo.
Quiero que la rectitud de carácter se palpe en los actos.
Quiero que desaparezcan la corrupción, la falta de ética de moral de respeto.
Quiero que la vida sea bella también para los que sufren…porque se sienten acogidos.

¡Qué bello es vivir!...Cuando se instala la ternura en los corazones.

Cuando releo los escritos que redacté desde la convicción y la esperanza de ver algún cambio a mejor en la apreciación de la conducta en cuanto a la ternura se refiere, observo que se habla en mayor medida que hace una década, lo cual es ya un avance.

Sin echar cohetes al aire, al menos no se la estigmatiza como debilidad. Vamos bien, aunque el camino a recorrer esté lleno de baches y cerradas curvas que pueden hacernos retroceder. Lo relevante es que el camino está a la vista. Ahora se trata de andar. ¡Casi nada!

¡El reto de levantar la cuarentena!

Me parece que ha llegado el momento de airear la ternura a los cuatro vientos. Ahora que una pandemia atenaza el espíritu, la ternura se erige como fortaleza mayor ante los avatares del día.

Digo esto porque la ternura nos invita a observar los acontecimientos con una mirada limpia, sin prejuicios.
La ayuda que podamos prestar a nuestros familiares y amigos, a los conocidos y a quienes lo deseen, parte de nuestra mirada hacia ellos; de comprender los acontecimientos que les atañen desde su singular sentir.
En ocasiones, damos recetas o tratamos de quitar hierro al asunto. Otras veces, respondemos de forma airada o con prisas para salir del paso. Sea como fuere actuando de tal forma la conversación no llega a buen puerto. La convivencia requiere del día a día sin prejuicios, de una mirada sin lentes retrospectivas. Sin duda, el pasado ayuda al propio aprendizaje; pero ahondar en una herida no la hace mejorar.

Las personas necesitamos espejos en el que reflejar nuestra mejor imagen, lo que deseamos ser. De alguna forma, la ternura nos ayuda a ver la imagen por construir para darle la forma deseada: una madre, un padre, hermano, amigo...la persona que esté a nuestro lado se convierten en coautores de esa imagen.
No desperdiciemos el valor de la ternura en nuestra conducta.


3 comentarios:

Fernando Fragío Rodríguez dijo...

Nos lo dijo nuestro Señor Jesucristo, "«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8)".

Creo que la ternura que mencionas tiene mucha relación con el corazón limpio.

Jesús nos confirmó que aquel que se mantenga tierno en su vida, tierno y limpio de corazón con sus hermanos, ése conocerá a Dios.

Mª Ángeles dijo...

Gracias, Fernando, por tu comentario.
Desde luego, el limpio de corazón mira con los ojos abiertos sin poner en funcionamiento el espejo retrovisor. Pero una cosa son las palabras y otra, bien distinta, los hechos. Cierto que el arrepentimiento está para reparar el daño causado, pero...es ahí donde el corazón limpio juega un papel esencial.
¿Somos verdaderamente capaces de pedir perdón?
¿Cómo reparamos el daño causado?
Pienso en los tantos ejemplos que nos dejó "la dulcita" entre errores y aciertos, ella se disculpaba y disculpaba; trataba de conciliar los desacuerdos, desde luego, a su manera.
Cada persona que permaneció a su lado, expresa de su carácter cierta hipocondría marcada por la muerte repentina de una de sus hermanitas pequeñas y de sus padres, el mismo día, a causa de la mal llamada Gripe Española, de 1918. Con todo, y no siendo la mayor de los hermanos, les atendía con lo que mejor se le daba: llevar las cuentas de su abuelita que se hizo cargo de todos ellos.
Esto viene a cuento por el mensaje que me ha trasladad tu primo Alberto. Para él "la ternura está directamente ligada a la inteligencia que heredamos".
No voy a negar que, en la formación del carácter, interviene la Genética, pero el aprendizaje complementa para mejorar o empeorar aquello que heredamos.
El mensaje para mi es que los seres humanos somos herederos de una dualidad: Cain y Abel habitan en nosotros, y pugnan por dejarse ver. Es cuestión de elegir.

Fernando Fragío Rodríguez dijo...

El poder de perdonar hemos de pedirlo al Espíritu Santo. Sin Su ayuda no será posible, jamás seremos capaces.

La ancestral pugna del bien versus el mal lleva librándose, en todos y cada uno de nosotros desde siempre. Jesús nos enseña con Su ejemplo la forma segura de vencer esa batalla.

Con amor. ¡Ay!, qué difícil es seguir ese camino a veces.