domingo, 20 de septiembre de 2020

NOVATA 59

EN VÍSPERAS DEL OTOÑO ESTACIONAL

Al parecer, en las últimas semanas de septiembre, nos hemos de tomar "en serio" esto del COVID-19.

Desde que comenzara la pandemia, hasta que nos dimos de bruces con sus mortales efectos, hemos pasado por una variada información contradictoria agravada por la desinformación de quienes nos movemos en las redes sociales; un colectivo tan necesario como inquietante.

Leía hace unos días una noticia que hacía referencia a los efectos colaterales de la pandemia; algo en lo que seguramente hemos pensado. Se trata de cómo se llevan a la práctica las recomendaciones para evitar los contagios: desde el uso de las mascarillas y su posible reutilización, a las distancias de separación convenientes al aire libre y en ambientes cerrados en función de las actividades que ahí puedan darse.

Ante este panorama de opciones, claramente, dependemos los unos de los otros. Tanto es así que, en el verano, nos hemos tomado el descanso tan en serio que hemos relajados las medidas para evitar los contagios. Y ahora en el otoño, cuando están al acecho los catarros, la gripe, la neumonía propios de la estación, nos llaman a toque de confinamiento vecinal, que se antoja un tanto caótico por aquello de que si trabajas te mueves.

El problema económico que subyace a esta crisis sanitaria global, deja al descubierto las grandes diferencias entre las distintas poblaciones a nivel mundial y local. Palpita ahora la cultura socio-sanitaria y de convivencia en los distintos entornos geográficos de cualquier país.

En nuestro caso, las Comunidades Autónomas tienen sus problemas que se suman a los de sus vecinos autonómicos...y así, digamos, que se progresa adecuadamente o se retrocede en función de cómo se practican las medidas propuestas por los dirigentes locales, siempre y cuando el gobierno central lo apruebe.

En todo este asunto, me quedo con una idea de andar por casa: mientras mamá propone y papá dispone o papá propone y mamá dispone, la casa se queda por barrer. A la pata llana: a río revuelto ganancia de pescadores. En este caso la ganancia es para el CPVID-19, puesto que encuentra poca resistencia.

En la desquiciante dispersión de órdenes administrativas comunitarias o gubernamentales, mientras se apela a la responsabilidad ciudadana, se mantienen en audiencia programaciones que invitan a un ocio que, sencillamente, hoy es inviable por las mascarillas, la distancia debida, etc. Se mantienen y procuran programas en los que se gritan, series que muestran violencia por doquier o aquellas otras donde los resentimientos lucen sus mejores galas.

Cuando zapeo un ratito como ejercicio de visualización social, me siento una extraterrestre que mira sin dar crédito a lo que está viendo. Es cuando recuerdo lo poco que sé del sentir social, aunque algunas ideas pienso que a día de hoy siguen vigentes. Por un poner:

Cualquier información tomada sin el contrapeso de un razonamiento ausente de ideologías al uso, lleva a un desajuste social de primer orden; al entender que alcanza a gran parte de la población.

La educación es un proceso que dura toda la vida, nace en el entorno familiar y se completa con la enseñanza y la convivencia que deviene entre el yo, el tú, el nosotros...los otros.

De un tiempo a esta parte, nuestra sociedad ha sido enardecida por pensadores centrados en su modelo de familia, de educación, de formación, de ideología, de exaltación o negación religiosa... tratando de abanderar la llamada a la libertad como signo de igualdad.

Me consta que nada nuevo he pronunciado; son hechos simplemente relatados.
Mi intención es la de evocar a Pepito Grillo, que nos llega de la mano del director italiano, Matteo Garrone, en la nueva versión de Pinocho.
De las críticas al filme, me ha gustado especialmente la realizada por Luis Martínez, en el periódico El Mundo.
Me falta por conocer la opinión de mi nieta de trece años que fue ayer a ver la película.
En todo caso, de las críticas leídas me quedo con un dato:

"Nunca antes el querido Pepito Grillo molestó tanto."

Dado que no pienso meterme en un cine, al pertenecer a esa edad de riesgo mortal por el COVID-19, hago propio un sentimiento que me agrada leer en la crítica de Martínez:

"El resultado es una película convulsa, turbia y profunda y extravagantemente bella. Lo contrario a un desmontaje o desmitificación. Se trata, bien al revés, de restablecer la confusión a lo confuso."

¿En serio somos capaces de comprender que el COVID-19 se queda entre nosotros por una larga temporada?
Los Pepito Grillo son vistos como agoreros; las miradas los rehúyen; se pretende seguir con "la marcha" por aquello de la economía, y tal.
Cualquiera reconoce que una economía tocada de muerte por inanición, recrea el peor escenario para detener una pandemia global. El trabajo, tener o no tener, mantiene en vilo a una población que se mira en una pantalla de plasma con gente retocada que vocifera y suelta como propios los textos escritos para el teatrillo de turno.

Ahí estamos, mirando la feria montada por quienes viven a nuestra costa: desde pseudo periodistas a políticos que van a los suyo, tertulianos de voz en grito, presentadores de "el caso"... y un largo etcétera de personajes que rondan a Pinocho, alejado de Pepito Grillo.

Sea como fuere, andamos faltos de escucha. Oímos voces que nos alertan de un riesgo activo, pero preferimos taponar cualquier reflexión que deviene de la escucha.

Vivir el aquí y ahora implica que nuestro Pepito Grillo funciona a pleno rendimiento.

Siguiendo la trayectoria educativa y de formación a lo largo de la vida, el confinamiento nos ha puesto en bandeja la participación online. Dejo dos interesantes propuestas, a mi entender, para este final de mes que pueden ayudarnos a comprender un poco mejor el tiempo que estamos viviendo.
Martes, 22 de septiembre de 2020, 19:00 horas "Reflexiones sobre el estado actual de la educación en España". Fundación Ramón Areces

Del 24/09 al 1/10 "Afectividad y sexualidad en el siglo XXI. Educación del corazón." Universidad Francisco de Vitoria, UFV Madrid.

El compartir se convierte en un ejercicio de reconocimiento y agradecimiento ligados al entendimiento. 

Un río se seca cuando no recibe el agua que riega su lecho.

Las sociedades se secan cuando dan crédito al egoísmo disfrazado de tantas caretas como uno esté dispuesto a ver. El refranero está plagado de información al respecto.

No nos engañan...

¿Nos dejamos engañar?

¿Nos auto engañamos?

Sin Pepito Grillo, la casa por barrer.

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