miércoles, 29 de enero de 2020

NOVATA 46

APRECIAR LO QUE TENEMOS

El orden, de alguna manera, nos ayuda a centrarnos en lo que de verdad importa.

Hace unos días estuve leyendo a Mari Kondo, concretamente, su conocido método de ordenar, donde nos presenta una forma de observarnos desde una perspectiva interesante: nuestras cosas.
Al leer sus planteamientos recuerdo las habitaciones de los (mis) hijos en la pubertad y la adolescencia: el desorden que reinaba ahí, era el espejo del caos hormonal que inundaba todo su ser y que descolocaba sus actuaciones. Como un sarampión, aquello pasó...¡menos mal! En el argot popular se dice bien: mejor pasarlo de joven que de 'madurito'.

El orden como principio
En ocasiones, en mis escritos comento que el orden es mi compañero desde la infancia. Lo es en el aspecto físico del hogar, siempre mejorable; admito cierto caos en algún que otro cajón; no soy perfecta ni lo intento.

Lo relevante para mí en el orden, se concreta en mantener la autenticidad y la congruencia de mis actos; y para ello las prioridades son la base en las que sustentar el orden. En los momentos de inquietud suelo evocar unas palabras que me centran: "lo primero no es lo segundo"; así vuelvo a conectar con la prioridad en mi vida: la familia.

En el año 1998, confeccioné unos apuntes del módulo Relaciones en el Entorno de Trabajo. La verdad es que he tenido la gran suerte de poder impartir asignaturas muy interesantes en la Formación Profesional de Grado Superior; y ello me ha llevado a estudiar sobre diversos temas que me han ayudado a comprender el comportamiento social, y personal.

En los apuntes, lees razonaba cómo y porqué el reconocer las prioridades ayuda a centrarse en situaciones de caos. Me consta que un grupo importante del alumnado puso en práctica lo descrito en aquellos apuntes. Hoy sigo manteniendo correspondencia con alguno de ellos, y es grato sentir el calor de sus reflexiones tan próximas al pensamiento compartido en los apuntes.

Veinte años después...
La prioridad sigue siendo la misma: la familia.

La familia se ve reflejada en una imagen, el símbolo que más me gusta de mis ancestros celtas, y que luce en una de las paredes del salón de casa: el Trampallán "contra los que nos quieren llevar a un callejón sin salida".

Cada día, año, minuto, segundo...el cambio es la constante. Y cada persona desarrolla la estrategia para librar su batalla al caos que, en sí mismo, nada tiene de perverso; es el reverso de la moneda 'cambio' por otro lado necesario como signo de crecimiento, como también de involución.

El tiempo cronológico que cada uno permanezca instalado en una u otra cara marcará la diferencia en el dominio de la situación personal y, por ende, social.

En el sentir general de quienes peinamos canas tenidas, partimos de una referencia experiencial. Vemos ahí la marcada diferencia que se transmite de padres a hijos, contando con las excepciones que confirman la regla.

Si se hace un estudio sobre la experiencia y los resultados de un grupo de referencia que diferenciase las prioridades de cada persona, se podría construir una importante reflexión sobre lo que acontece en el comportamiento social.

Quiero recordar hoy aquí una de esas sentencias anónimas tan sabias:

Se dice que el buen maestro imparte una enseñanza equiparable al pan recién hecho: lo hornea todos los días de su vida.

Así, sin florituras. el orden tiene su aliado diario que hornear sin quemar: LA PRIORIDAD.

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