domingo, 19 de enero de 2020

NOVATA 45

EDUCAR REQUIERE COMPARTIR VALORES

En estos días, la ministra Celaá se ha ido de la lengua al lanzar un mensaje en el que delata su intención de adoctrinar la educación del menor, al decir que "los hijos no pertenecen a los padres".

Los padres somos conscientes de que los hijos no son objeto de propiedad alguna. No sé si la ministra lo tiene claro. Al parecer piensa ella que la familia no sabe lo que es mejor para sus hijos, y que un gobierno socialista-comunista si que lo sabe y que por eso han de ser sus señorías los encargados de dictar las leyes, armar contenidos y lanzar las proclamas que se les ocurran para educar al menor.

Me escribe hoy un contundente mensaje una amiga del alma (alemana de nacimiento, que sigue votando en Alemania): "La frase de Celaá, asusta mucho. Se acerca al adoctrinamiento de cualquier régimen totalitario. Mi madre me comentó esta Navidad cómo les influyó, Hitler, en la educación".

Es evidente lo que es palmario. Por sistema, las izquierdas tienen a gala tratar de eliminar a la familia como institución social de primer orden en la educación del menor. Y no me refiero a que mantengamos un único modelo de familia. Se trata de una identidad que recorre unos caminos tanto genéticos como de afectos ligados a la personalidad de padres e hijos.

La capacidad de amor y entrega a los hijos, es difícil de poner en duda en la sociedad española. Aunque los padres soliciten hoy los servicios de los abuelos en mayor medida de lo que sería deseable, no es menos cierto que siguen un patrón de atención familiar heredado.

Lo que resulta evidente es que los sistemas productivos siguen un patrón decimonónico: el de un miembro de la familia en la casa, que, curiosamente, solía recaer en las abuelas, puesto que las madres cubrían las tareas de labranza en tantos casos de nuestra geografía.

Si las izquierdas se arrogan el monopolio de la liberación de la mujer, andan un pelín desorientados. En este caso traigo a colación a la nueva ministra de igualdad. Me pregunto:
¿Qué hace ahora Irene Montero con sus tres hijos en la finca? ¿Piensa llevarlos a un colegio que no sea bilingüe? -Madrid Comunidad Bilingüe- ¿Le gustaría que asistiesen a una escuela que desvirtuase los planteamientos familiares? ¿Conoce las dificultades de las parejas para atender a sus hijos y seguir manteniendo su desarrollo laboral?
Para predicar, lo deseable es que uno tenga practica directa de lo que habla. En el caso de la ministra de igualdad, resulta osada (temeraria) su visión de la mujer, dado su trayectoria personal.

La polémica está servida, y las redes sociales la ponen en circulación con una conocida pintura:

No hay que defender lo obvio. La familia es el ámbito de relaciones completas. Los desacuerdos, los enfrentamientos, las riñas, los enfados...forman parte del discurrir familiar. "La familia feliz" es una falacia. En la vida familiar los problemas se resuelven según las características que les son propias. La uniformidad, ni las recetas sirven a la causa.

Quienes aprenden a convivir en la familia tienen recursos de acogida en la discordia, que son difíciles de transmitir por extraños (entiéndase, maestros) sin contar con la base familiar.

En el año 2006, se publicó uno de mis libros, en colaboración con mi compañera Geles Antich, psicóloga de la escuela donde trabajábamos:

El tema del libro se centra en una idea madre:
Para educar...la escuela no basta y la familia sola no puede..

Algo tan evidente, sigue sin ser comprendido por quienes continúan lanzando soflamas sobre la familia.

La familia convoca a vivir la ternura, la sinceridad, la autenticidad, la esperanza… En familia se expresan los miedos, la ira, la frustración... En la escuela, se pondrán en práctica entre desconocidos: maestros y compañeros con el tiempo amigos, o no.

Para mi, una imagen supone el encuentro con una emoción.

Quienes me conocen saben lo importante que es para mi la familia.
Esas manos sobre el piano de casa ponen de manifiesto la relevancia de los afectos que se fraguan en la niñez.

"Lolo" así llama nuestra nieta pequeña a su abuelo.
El Alzheimer no le impide disfrutar de un "concierto a dúo". 

Los valores se trasmiten. No se enseña lo que no se practica.



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