domingo, 3 de diciembre de 2023

NOVATA 111

¡SONRÍE!

Cuantas más experiencias gratas viva el enfermo de alzhéimer, mejor.

Cuando nos hacen una foto le digo: ¡sonríe!

Es curioso: se reconoce en las fotografías que estamos juntos; pero se inquieta al ver su imagen en un espejo, no sabe qué hace ese señor ahí, siente miedo.

Ultimamente, el sueño es inquieto. Lo que ronda su mente se traduce en medias palabras y movimientos que me hacen pensar en el temor de sentirse desamparado. Le calma el saber que estoy ahí.

Hoy quiero recordar la grata experiencia que vivimos el pasado miércoles en la charla coloquio que mantuvimos en la biblioteca Almela y Vives. Comenzamos a las seís de la tarde, y a las ocho nos marchamos porque tenían que cerrar la biblioteca.

Ha sido un encuentro de familias con alguno de ellos enfermo de alzhéimer.

Maridos, hijas, hijos, esposas, yernos... todos nos sentimos arropados por nuestras inquietudes y experiencias comunes.

Felix y yo, por decirlo de alguna manera, hemos sido los anfitriones, al llevar más de dos décadas conviviendo con la enfermedad.

Las experiencias que contamos en el libro ¡No me dejes solo! dan pie a mantener una conversación esperanzadora.

Enfermo y cuidador forman un todo en el que la sonrísa no puede faltar.

También uno ha de recordarse en los momentos gratos que las imágenes muestran del pasado.
La fortaleza no se inventa, se trabaja.

Ante algunas de las dudas planteadas en la conversación, exponemos desde la experiencia que, conviene trabajar la imaginación y la dulzura en las respuestas al enfermo.
La dulzura, calma.
La imaginación, concita a salir del bucle en el que se mueve nuestro familiar..

Si uno comprende que, ante la repetición de mensajes del enfermo la respuesta no puede ser lo que entendemos por razonada, nos resulta sencillo comprender un mensaje que propone la "escucha activa":

-Voy a desayunar.

-¡Ya has desayunado!

-Voy a desayunar.

Así podemos estar hasta llegar a la desesperación.

Nuestras respuestas precisan de distracción para reconducir sin agotamiento.

El bucle se salva proponiéndole una actividad que sepamos le interesa. Por ejemplo:
-¿Nos vestimos y vamos a comprar churros para desayunar?

-¿Me acompañas a...?

La propuesta ha de ser posible. En algún momento puede recordar que quiere churros. Esto nos puede alegrar:¡conecta!

Mensajes positivos, paciencia juiciosa, imaginación dinámica...dulzura sin límites.

¡Hasta el próximo encuentro!: Familias.

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