lunes, 3 de enero de 2022

NOVATA 98

2022, UN AÑO... ¿?

Al empezar el año, cada uno manifiesta sus intenciones con ánimo de cumplirlas.


Las familias albergan sus propósitos que suelen guardar relación con la situación de partida.

Aquello de "salud, dinero y amor" se matiza según se aprecien las expectativas. El amor se deja para el final en la letra que invoca las tres cosas importantes en la vida 

Se cuenta con el amor como si fuese lo más natural del mundo, y tal vez por ello se deje para el final...¿?

La salud se reconoce incontrolable, se sabe que pende de un hilo y quizá sea lo primero en intentar controlar...¿?

El dinero se mete en bocadillo, entre el amor incondicional y la salud controlada...¿?

En nuestro caso no me importa reconocer que sin amor no estaríamos haciendo frente a la enfermedad del olvido. Igualmente soy consciente de que, al haber trabajado los dos en aquel tiempo cuando las pensiones se pensaban factibles, a día de hoy juntamos dos pensiones que hacen más llevadera la carga económica que supone la atención al enfermo de Alzheimer.

Una dolencia ésta sin cura a la vista, que no cuenta con las ayudas indispensables del Estado.

No me refiero sólo a las económicas. Más grave es que no se contemple en la Legislación vigente las necesidades, entre otras, habitacionales derivadas de esta enfermedad.

De tal forma, no se dotan presupuestos ni tampoco se construyen viviendas adaptadas al no contar con las correspondientes disposiciones legislativas que determinen la ejecución de viviendas adaptadas en los edificios de nueva construcción, o que faciliten la adaptación de las viviendas particulares de los enfermos de Alzheimer.

Que el amor mueve montañas, no me cabe duda.

Me consta que son demasiadas las personas que entienden el cuidado del enfermo de Alzheimer como mantenimiento del aseo personal y una manutención diaria adecuada.

"Está muy bien atendido/a, con cariño; todo está muy limpio... juega y se distrae."

Cada enfermo desea ser tratado de forma singular, y por ello las generalizaciones resulta vacías de amor; en tanto en cuanto el amor es fruto del conocimiento. Una mujer, un varón que viven con amor la enfermedad del otro se pasan el testigo de la confianza porque se conocen y se reconocen.

El amor no es el fruto de un instante; más bien se construye instante tras instante tras instante tras instante tras instante... en medio de tribulaciones varias, en muda continua, entre llantos y risas, ... el amor prevalece y es capaz de encontrar lo que al otro le hace feliz.

En el caso del enfermo de Alzheimer no resulta sencillo saber lo que siente cuando no es capaz de expresarlo porque las palabras ya no fluyen. Sin embargo, se sabe hacer entender cuando se siente arropado, en familia.

El uno de enero de 2022...

El abuelo disfrutó (disfrutamos) de lo lindo. En la casa tenemos la suerte de contar con una estancia muy amplia con ventanales de pared a pared que dan salida a una terracita; a su vez, las puertas de entrada al salón se enfrentan a las de la cocina que cuenta con un lavadero abierto, de modo que la corriente está asegurada. Pudimos así preparar una comida informal de picar; los niños sentados a la mesa principal con el abuelito presidiendo el ágape.

Con los correspondientes PCR negativos un día antes, nos reunimos con mascarillas a disfrutar de lo que la pandemia nos ha negado: el contacto social.
Tan contento estaba Felix de reunirlos a todos en casa que, cuando me llamó mi hermano mayor para felicitarme el cumpleaños (nací el 1 de enero de 1950) me pidió el teléfono para saludarle y felicitarle el año; se esforzó por en hallar la forma para que las palabras salieran de su boca.

Todos necesitamos del calor familiar, y mucho más aún lo precisan quienes por la enfermedad van perdiendo sus capacidades de comunicación.

Puedo decir que, en estas primeras horas del 2022, ha recuperado sus ganas por hacerse entender entre las risas y los juegos de los nietos, las atenciones de sus hijas y de sus yernos, todos juntos en la casa familiar.

Comparto nuestra intención de hacer frente a la pandemia con la prudencia que requiere la situación sin dejar de lado la necesaria socialización que todos necesitamos.

Por un 2022 abierto a la esperanza prudente y trabajada.





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