domingo, 14 de noviembre de 2021

NOVATA 94

CORRAMOS UN TUPIDO VELO

El ojo mira... y vemos según sea nuestra observación mental.


Tengo el placer de comunicarme cada mañana con una prima muy querida a la que no veo desde el verano de 2020. Por supuesto, nuestros WhatsApp son el preludio a la llamada telefónica que regularmente practicamos.

Este preámbulo viene a cuento con la imagen que incluyo. Cada una de nosotras buscamos en la Web imágenes que compartimos y sobre las que investigamos lo que cada una ve a primea vista. A veces coincidimos y otras para nada. ¡Hasta nos cuesta en ocasiones encontrar lo que ve la otra!

Aquello de "empañar una imagen con un tupido velo" ha sido la respuesta de ella al ver la foto. Sin embargo para mí el elefante se ve sin dificultad. Otras personas verán otros animales; me refiero siempre a primera vista.

Este juego de reconocimiento visual me hace reflexionar sobre aquello de calzarnos los zapatos de otro; me refiero a la 'empatía'. Comprender a la persona requiere mirar y ver desde su particular observación metal. Ardua tarea me parece. No digo imposible. Y aquí, al decir 'imposible' recuerdo a la enorme 'Alicia' de Lewis Carroll.

Echo en falta en la Ley Educativa (planteada por el Gobierno social-comunista-independentista) la lógica, las adivinanzas, el juego de palabras que nos ofrece la lectura de "Alicia en el país de las maravillas" y, más aún si cabe, la de "Alicia a través del espejo". 

Enseñar para calificar con un 10 a todo el alumnado no resulta per se un elemento motivador, como algunos plantean. No motiva la nota, motiva el logro.

El logro educativo de un maestro no se valida según hallan sido sus calificaciones. A un educador se le recuerda por sus esfuerzos en ponerse a la altura de cada uno de sus alumnos, de su capacidad para observar e iluminar el intelecto para que sea capaz de resolver los problemas que se le presenten, de modo tal que incrementen el conocimiento de su entorno y que lo aplique en la comprensión del mundo que le acompañe en el día a día.

Las sociedades que pretenden la mejora del medio ambiente, la igualdad, la fraternidad, etc., lo hacen desde observatorios bien distintos. Cierto que nada hay imposible, entrecomillado. Pero no menos realista es el reconocer que si uno ve un pececillo, otro un león o un elefante... la cosa cambia sustancialmente.

La solución no llegará corriendo un tupido velo; es decir: es ilusorio el pretender soluciones pensando que da igual lo que vea cada uno. Así no vamos bien. Y eso es lo que llevamos haciendo en las llamadas cumbres del cambio climático, o de cualquier otra índole. Así, mientras unos países se esfuerzan por la reconversión industrial, otros tantos pagan para verter sin control por aquello de su poderío o bien para salir del subdesarrollo en el que se hallan.

La mayor desigualdad se da en aquellas sociedades que promueven la holganza  Un cerebro sin entrenar, se atrofia. Cada persona necesitará su entreno, pero si no lo estimulamos va perdiendo sus capacidades genéticas heredadas. Lo valioso de la educación consiste en potenciar la musculatura intelectual singular de cada persona. Quienes pasen olímpicamente de este compromiso, se convierten en un cáncer social que conduce al abismo.

No hay comentarios: