domingo, 19 de septiembre de 2021

NOVATA 90

EN AGRADECIMIENTO AL PÁRROCO D. JOSÉ GUINART

Ecónomo del Arzobispado de Valencia (1995-2015)

Han pasado ya tres meses de la toma de posesión del nuevo párroco del templo Milagro-Kolbe; concretamente, tuvo lugar el domingo 11 de junio de 2021. Ofició la Misa el Obispo Auxiliar de Valencia.

Felix y yo acudimos a la ceremonia en deferencia a D. José Guinart, ausente en el acto pues lleva desde el año 2015 en decadencia progresiva de las facultades mentales, con un resultado final de diagnóstico tardío de Alzheimer. Nos entristeció no verle ahí. Tal vez por ello me he propuesto recordarle desde estas líneas en las que pretendo también llamar la atención de la enfermedad de Alzheimer; de cómo la sociedad en general la acepta tarde y malamente.

En esta imagen (julio, 1982) se le puede ver en el bautizo de nuestra hija pequeña; uno de nuestros primeros encuentros familiares con él. 

Un párroco joven, con grandes dosis de amor fraternal y de inteligencia social, que impulsó el resurgir de una comunidad parroquial dispersa.

Las familias tuvimos la oportunidad de conocernos en los grupos parroquiales que impulsó con dedicación y paciencia. Se las ingenió para lograr que los pequeños tuviesen un lugar donde participar de la Misa, sin que sus movimientos y expresiones propias de la edad perturbasen a los asistentes al culto; para ello habilitó un espacio en el altillo del bajo sede parroquial. Con lo que había, hizo posible crear un lugar de encuentro para multitud de actividades. En las celebraciones dominicales los jóvenes y los niños vibraban con sus homilías sencillas, cortas, directas y participativas. Los cánticos, acompañados de las guitarras, ayudaban a la celebración Eucarística.

Sólo tengo recuerdos de agradecimiento a su proceder singular de padre espiritual. Estuvo ahí cuando la familia lo precisó. Con su enorme amor fraternal escuchó a mi padre en confesión, en sus últimos momentos. Atendió a nuestras dificultades de padres educadores con propuestas novedosas como lo fue el proponernos participar en el primer curso que se hizo en Valencia de "Comunicación Activa" que por aquel entonces se realizaba en el Teléfono de la Esperanza. Nos ayudó a comprender el periodo adolescente de nuestras hijas. Estuvo también ahí en tantos otros momentos complicados para nosotros.

Cuando cambiamos de domicilio, en el años 2004, dejamos de acudir con regularidad a la Parroquia que nos quedaba lejana.

La sede parroquial era minúscula, pero la Comunidad crecía en participación activa.

Logró que los feligreses participásemos también en la vida de la comunidad vecinal. Poco a poco se fue llenando la iglesia de familias venidas del otro lado de la Avenida Primado Reig.

La celebración anual a la Virgen del Milagro en la Parroquia, la estableció el primer domingo de marzo. Con regocijo preparábamos el encuentro con los vecinos y amigos. Venían de Cocentaina, el pueblo donde la Virgen se manifestó a sus gentes, para concelebrar la Misa el domingo de celebración.

Si en aquellos momentos los móviles estuviesen en nuestras manos, la fotos de esos encuentros festivos serían antológicas. Paellas o calderetas se preparaban en la calle, y los vecinos acudían con sus perolas a recoger la comida festiva tras la celebración de la Misa. Chocolatá para los peques, en la tarde anterior; la bendición de los roscos que se repartían entre los feligreses...y lo mejor de todo era la preparación que ello requería y que suponía encuentros de vida parroquial.

Tuvimos la gran suerte de acudir en peregrinación parroquial al Año Santo Jubilar Mariano, en febrero de 2020, con D. José a la cabeza. Poco después la pandemia nos dejó a todos aislados.

Él estaba informado de la dolencia de Felix, y de tanto en tanto hablábamos por teléfono de ello. Tenía mucho interés en conocer los síntomas y el tratamiento. Yo trataba de darle pistas por ver si se daba por enterado de que su comportamiento apuntaba a un deterioro significativo del cerebro. Pero se salía por la tangente; y he de decir que suele ser esta una actuación 'normal' cuando la persona se siente insegura ante situaciones que 'domina'.

En los inicios de la enfermedad de Alzheimer comienza la posibilidad de comprender el comportamiento del enfermo. De ahí que un diagnóstico precoz contribuya  a establecer el ambiente de sensibilidad adecuado a la persona que lo padece. Soy consciente por experiencia de lo complicado que es. Pero también conozco los beneficios que ello supone.

Quisiera que llegase a muchos hogares este mensaje de atención al cuidado de las personas diagnosticadas de Alzheimer: la serenidad en el trato personal y la esperanza de una vida plena en el ambiente familiar y social, son esenciales para que el enfermo se sienta VIVO

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