sábado, 18 de septiembre de 2021

NOVATA 89

EN EL CLAREAR DEL DÍA

Enciendo el ordenador y me sale la información "actualizaciones pendientes"...

Mientras espero que se ejecute el proceso de actualización, alzo la mirada y mis ojos se detienen en el lomo de uno de los libros que mantengo a la vista en mi escritorio. Siguen ahí los que fueron relevantes en su día para mi quehacer educativo.

"ELEGIR EL FUTURO"

Puede que lo fortuito se deseche rápidamente. No es el caso de hoy. Ante tan sugestivo título, mi brazo se toma la molestia de cogerlo de la repisa del escritorio.
Está ahí desde al año 2002, y forma parte de la formación familiar-docente que he tratado de seguir como madre y como profesora. Y que ahora intento mantener como abuela y como cuidadora de mi marido enfermo de Alzheimer.

Por aquellos años, participaba en sesiones educativas promovidos, entre otros, por la Fundación Santa María que financió el estudio realizado por la Psicóloga Geles Antich y yo misma, para conocer las implicaciones de las familias y el profesorado en el proceso educativo del menor.

Soy de los que piensan que se aprende siempre que uno mantenga la inquietud que moviliza el espíritu de asombro. Y con ese pálpito me he quedado al abrir el libro. Está marcado, trabajado y, claro, he ido directa a releer lo señalado.

No se trata de hacer aquí un extracto exhaustivo del libro; voy a señalar dos apartados que dan para un curso entero de educación moral.

Apartado 7.

Responder a las necesidades: La capacidad de hacerse cargo del otro

Apartado 10.

Hacia una política alternativa de educación

Lo significativo del reencuentro con este texto, se recoge en uno de los apartados que viene en la página 200 : Enseñar valores, enseñar a cuidar.

Las cuestiones que devienen de estos titulares me llevan a repensar sobre el porqué veinte años después de estudios internacionales como este, la capacidad del cuidado siga siendo la asignatura pendiente en las sociedades que se llaman a sí mismas avanzadas.

No pongo en duda que la sensibilización del asunto esté ahí. No obstante la demagogia impregna los discursos de forma tal que calan en la sociedad a modo de tomar partido enarbolando banderas sin contenido real, y así la practica de esos valores se convierten en papel mojado.

Quienes me conocen y siguen desde esta bitácora, saben de mi quehacer principal. Hacerse cargo de quien padece una enfermedad a día de hoy incurable requiere de una flexibilidad exquisita.

Mostrar la tranquilidad en el rostro requiere vivirla

Podemos pensar que se aprende de golpe, pero nada es gratuito aunque lo parezca.

En los últimos días de esta semana, nos hemos encontrado con una situación estresante que, diría, ha puesto a prueba la expresividad de mi rostro.
Cuando el doctor que acaba de operar a mi marido de cataratas sale para decirme que ha podido salvarle el ojo de momento, pero que precisará de otra intervención para colocarle la lente cuando la retina lo permita... No tenía un espejo delante, pero noté que mis ojos decaían de tristeza.
Volví al asiento en la sala de espera, y pensé en mi marido. No podía ver reflejado en mi rostro la preocupación en la que estaba sumida. Mi forma de pensar me llevó con rapidez a tomar las riendas. Por mucho que quisiera, no iba a cambiar la realidad; pero la serenidad y la esperanza forman parte de esos valores que se aprenden con la práctica...y así pude relajar mi rostro para el encuentro con mi esposo.

En un segundo asalto, tras ayudarle a vestirse, la enfermera nos entregó el parte de alta con las instrucciones correspondientes. Con asombro, y gran desconcierto para mi, comienza a indicarme el protocolo que se sigue en las operaciones de cataratas que cursan sin incidencias y en las que el paciente sale con la lente puesta. Ahí estaba mi marido delante, escuchando y viendo lo que realmente resultaba poco menos que insultante.
Perdone (le dije) no se le ha podido poner la lente porque la bolsa del cristalino se ha roto en la operación. El doctor me ha dicho que no le destape el ojo, que mañana en la revisión ya me dirá lo que hemos de hacer.

A mí nadie me ha dicho nada (me contesta ella). Voy a preguntar al doctor.

Cuando regresa, mi asombro va en aumento: me dice que el doctor le indica que me entregue el parte de alta en el que dice que no ha habido incidencia alguna y de que lleva puesta la lente; que me entregue los medicamentos que en la revisión ya me dirán.

El llevar puesta la serenidad en mi rostro ante semejante situación, puede entenderse misión imposible. Aún así lo logré. La prioridad estaba clara: la tranquilidad de Felix era el objetivo.

Hoy no me detengo en reflexionar sobre la entrega de un alta médica que no se corresponde con la realidad. Se entrega como protocolo estandarizado sin molestarse en rellenar de puño y letra lo acontecido realmente. A todas luces, parece ser un alta fraudulenta que constituye un acto doloso.

Firmeza y flexibilidad, son dos ejercicios fabulosos para mantener la mente joven. No solo hemos de ejercitar nuestra musculatura. Y en esto de "elegir el futuro" olvidamos a veces que todos, a cualquier edad cronológica, hemos de ejercitar nuestra mente.

Hagamos lo posible para que la serenidad y la esperanza se reflejen en nuestro rostro, también cuando las situaciones se presente adversas. Nuestra prioridad nos servirá de Norte para lograrlo.

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