MÁS DE VEINTE AÑOS DE TRAJÍN...
La inteligencia emocional: un reto personal.

Llevo más de veinte años tratando de aprender a desarrollar la inteligencia emocional.
A finales de los años noventa del pasado siglo, la inteligencia emocional comenzaba a sonar entre algunos sectores de la población española. Sería Goleman, el encargado de darlo a conocer al gran público.
Por aquel entonces, yo era profesora de un módulo de Formación Profesional, concretamente RET (Relaciones en el Entorno de Trabajo) de ahí, quizá, mi motivación por indagar en la inteligencia emocional; puesto que ya se veía el interés de Recursos Humanos en la selección de personal.
Cierto que ello no venía en los libros de texto preparados por la editoriales; de modo que, en su día, realicé unos apuntes propios para el alumnado. Leí mucha teoría, que luego explicaba en el aula. Uno aprende en la interacción, de modo que, tanto ellos como yo nos adentramos en un mundo, el de las emociones, alejado del estatus académico. Una intensa experiencia enriquecedora.
Como docente debía estar al día en la formación académica correspondiente a las asignaturas que impartía; y aunque la inteligencia emocional no formase parte del currículo para mi era un reto personal porque era consciente de que ayudaba a mis alumnos en su desarrollo personal y como valor diferencial ante una entrevista de trabajo.
No he dejado de estudiar y, ahora con una pandemia a cuestas junto a un enfermo de Alzheimer, comprendo un poco mejor los beneficios de una conducta emocionalmente inteligente.
A modo de esquema, comparto algunos de los modelos más conocidos que son de interés.
En 1990, Mayer y Salovey, plantean un modelo de habilidades que siguen una organización jerárquica.
Percepción emocional
Habilidad de identificar las emociones. Supone ser consciente de lo que sienten los demás y uno mismo.
Facilitación emocional
Aprovechar la información recibida sobre las emociones y utilizarla para optimizar el funcionamiento de las funciones cognitivas.
Comprensión emocional
Es la parte más parecida a la Inteligencia Cognitiva e implica comprender estos datos emocionales, de forma relacionada con el procesamiento abstracto y cognitivo.
Manejo emocional
Manejar las emociones de forma eficaz para el propio crecimiento y las relaciones interpersonales. Esta habilidad se trata de una conjunción de habilidades motivacionales, emocionales y cognitivas.
En 1996, Goleman, propone un modelo por competencias (en el que me fijo para trasladar al alumnado).
Autoconocimiento emocional
Entender las propias emociones, teniendo conciencia de uno mismo, de las emociones propias y de la influencia que éstas tienen en nuestra propia persona.
Autocontrol emocional o Autorregulación
Habilidad para manejar los propios sentimientos, limitando de esta manera los comportamientos impulsivos.
Automotivación
Habilidad para utilizar las emociones como elemento motivacional y dirigirlas hacia metas propias.
Reconocimiento de emociones ajenas o Empatía
Capacidad para conocer las emociones de otros y tenerlas en cuenta. Formará parte de la base de las relaciones sociales.
Relaciones interpersonales
Esta habilidad nos ayuda a establecer relaciones satisfactorias con otras personas.
En 2001, Bonano, describe tres sistemas de regulación emocional.
Regulación de control
Regulación anticipatoria
Regulación exploratoria
Por último, comparto algunos de los beneficios que proporciona la inteligencia emocional.
Bienestar personal
Aumento del conocimiento de uno/a mismo/a, al trabajar en la identificación de las propias emociones y las situaciones que las propician.
Equilibrio en el estado anímico, al disponer de estrategias de afrontamiento emocionales para gestionar sentimientos y situaciones difíciles.
Mayor control de impulsos, al pararnos a comprender y manejar las emociones antes de actuar.
Mejor manejo del estrés, incrementando la sensación de calma.
Disminución de síntomas de ansiedad y depresión derivados.
Mejora del rendimiento académico y laboral e incremento de la motivación al poder canalizar las críticas y los sentimientos de forma constructiva.
Bienestar físico
Debido a la adquisición de estrategias para afrontar el estrés, tendrá lugar una disminución de la secreción de sustancias, como por ejemplo el cortisol, a largo plazo. Esto se verá reflejado en una reducción de las alteraciones a nivel físico en los diferentes sistemas corporales:
Cardiovascular. Ej.: Angina de pecho.
Respiratorio: Ej.: Asma.
Gastrointestinal: Ej.: Úlceras.
Inmunológico: Ej.: Mayor inmunosupresión que puede afectar al desarrollo de enfermedades como el SIDA o el cáncer. Etc.
Además, es de destacar la prevención de comportamientos de riesgo, que podrían dar lugar a accidentes, al tener un mayor control de impulsos y actuar de forma más deliberada.
Bienestar social
No hay comentarios:
Publicar un comentario