miércoles, 6 de enero de 2021

NOVATA 70

MI REGALO DE REYES

Irrumpió como un volcan que a día de hoy sigue en erupción.


Hace cuarenta y ocho años que una amiga nos presentó.

Me pareció un chico diferente de mis compañeros en la universidad. De porte elegante unido a su metro ochenta sobrepasado, llamaron la atención a mi escaso metro cincuenta.

Había terminado la carrera y estaba trabajando; eso le distanciaba de las conversaciones con los compañeros de universidad. Se hacía patente la diferencia de edad; siete años mayor que yo.

Aquella tarde del 6 de enero de 1973, dos amigas con sus novios y yo con él nos dirigimos a una zumería de moda "El Krakatoa" en la plaza del Patriarca en Valencia. Servían zumos con yogurt y los presentaban de forma explosiva emulando al volcan; toda la decoración te transportaba a las islas de Indonesia 

El Krakatoa, una ilustración del año 1888, que recoge la erupción del volcan  en 1883.

Recuerdo las enormes copas humeantes con las pajitas correspondientes para sorber en común la exquisita mezcla elegida.

Estuvimos sentados en unas mesas que daban directamente al foso (protegido) de los caimanes. Te sentías inmerso en un exótico espacio, inaccesible para la mayoría de nosotros en aquellos momentos.

Fue una experiencia única para los seis. Lo pasamos bien.

No le vería hasta la siguiente semana, pues él trabajaba dirigiendo unas obras en Alicante.

En estos ocho últimos años, ya no tiene la capacidad de tomar decisiones y comprarme un regalo especial del día en el que nos conocimos. Me lo daba siempre a la hora exacta en la que nos presentaron.

A pesar de los cambios, hemos de seguir avanzando. Es probable que necesitamos modificar nuestras costumbres, eso sí, con un norte a la vista. Por nuestra parte, mantenemos el calor del volcan que nos unió.

En palabras de Víctor Frankl:

"Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos."


Lo que reste de estar juntos carece de relevancia; mientras se tenga la opción de que uno mantenga viva la llama del volcan. En nosotros recae mayormente en mi que cuento con una mente saludable hasta la fecha. Pero, en todo caso, también él mantiene el calor desde la distancia de su cerebro invadido por el Alzheimer. Yo lo siento, y es lo que importa.

Hoy, como hace cuarenta y ocho años, a la hora convenida, nos daremos el regalo de sentir el amor vivo en nosotros como pareja.

El Alzheimer no puede con el Krakatoa

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