lunes, 31 de agosto de 2020

NOVATA 56

 UN DON ENTRECOMILLADO

A vueltas con la empatía y la sensibilidad.

Finaliza el mes de agosto y comienzan las despedidas.
El regreso a la normalidad está marcado por las inciertas expectativas sociales, laborales y económicas en nuestro país, y en el resto del mundo debido al COVID-19.
La vuelta a la cotidianidad en las personas de más de sesenta y cinco años resulta ser un tanto más inquietante, por aquello de que las estadísticas nos tienen en el punto de mira.
Por nuestra parte hemos de cuidarnos en todos los sentidos; no hay que obviar el mantener unas relaciones sociales tomando las precauciones debidas.

También los pueblos despiden el verano, a su manera. La villa de Sada lo hace con una exposición Vivir el mar, en un enclave digno de mención.
En la visita, una toma aérea de La Torre de Hércules llama mi atención. Y con la cámara del móvil hago una foto. Al mirarla observo ahí nuestras sombras:

¡Es nuestro recuerdo de un verano inusual en la familia! Una despedida de un tiempo que da paso a otro.

Ese don entrecomillado que da título a esta entrada, tiene que ver la sensibilidad y la empatía tan ligados durante siglos al carácter femenino.

Aquellos que expresan tener el don de la empatía son capaces de sentir el padecimiento de alguien y lo comprenden de tal manera que insuflan ánimo en la persona afectada, o al menos lo intentan. A día de hoy se ha extendido el término empatía a los animales y al ecosistema; es decir que, se asocia a la sensibilidad, la atención y el cuidado de los seres vivos y la Naturaleza.

Por los estudios de la psicóloga, Dra Alaine Aron, conocemos un rasgo de personalidad acuñado PAS (personas altamente sensibles), explicado por ella en su libro, publicado en 1996, EL DON DE LA SENSIBILIDAD

Indagando en el tema, te encuentras con estudios como el publicado en la Revista Clínica Española Ética y empatía: relación entre razonamiento moral, sensibilidad ética y empatía en estudiantes de medicina. 

También encuentras pensamientos tan expresivos como este: Te vas con las emociones de los demás.

Te percatas de la relevancia de ese don que unos llevan al parecer en sus genes, pero que también podemos aprender si ponemos empeño y comprendemos lo mucho que nos aporta en el ejercicio de cualquier actividad, y a la convivencia.

En su página web, la psiquiatra Judiht Orloff, lo dice todo en su mensaje: "El poder de la empatía y la intuición abrirá tu corazón y fortalecerá tu vida". Dejo el enlace de una entrevista muy interesante que le hacen a ella: https://youtu.be/A-Nn0VlS0CU.

En estos momentos, la empatía y la alta sensibilidad se entienden dones, rasgos menos usuales que conllevan la carga de ser cuanto menos ignorados, incluso diría "utilizados" en provecho de otras personas que no muestran agradecimiento aparente.

En momentos de tribulación, en situaciones como la actual debido a la pandemia las personas altamente sensibles experimentan un doble sentimiento encontrado: al querer dar su apoyo y verse limitadas por las medidas tan estrictas de aislamiento social.

Son tantos y variados los asuntos del Alma que, finalizando el verano y con un otoño bien incierto, hemos de prepararnos para aprender a proyectar escenarios propicios capaces de dar rienda suelta a nuestros dones, cuales fueran estos.

Cada palo ha de aguantar su vela, pero la travesía se hace más llevadera si nos sentimos acompañados y acogidos por otras tantas velas que surcan a nuestro lado, en ese escenario singular al que llamamos VIDA.

En las despedidas, vas dejando un rastro de ti; y tu mismo recoges aquello que piensas valioso. Aunque lo que de verdad importa sean los avatares y las alegrías que guardes en tu corazón.

De todo se aprende, y nada es tan despreciable como para no sacarle punta.

Si uno es capaz de expresar los tesoros del corazón que guarda en silencio, su don no caerá en el olvido.

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