La limpieza, como principio de belleza
El rostro, el cuello, las manos, los pies... son algunas zonas de la piel que cuidamos con esmero, si queremos dar una imagen aseada de nosotros mismos a los demás. Y, si nos adentramos en el aseo personal, podemos mirar también con ojos escrutadores las distintas estancias de la casa: cocina, baños, comedor, despacho, habitaciones...armarios, etc., o en el lugar de trabajo en donde, sin duda, dejamos huella del concepto de aseo que prima en nosotros.
Otra forma de mirada son nuestros gustos; las preferencias culturales y sociales, desde la música, la pintura, el teatro, el cine, la lectura, pasando por la moda y las compañías que frecuentamos también en la Web.
De un tiempo a esta parte, digamos desde los años ochenta en nuestro país, la idea "una imagen vale más que mil palabras" cobra fuerza en el imaginario colectivo; de manera que, el envoltorio, es lo que cuenta. Sin embargo, cuarenta años después, el vacío existencial se apodera de una población adoctrinada en la pura fachada.
Cabe preguntarse ¿qué eso de limpieza y de belleza?
La respuesta abarca el sentir de cada persona en su contexto, atendiendo al estado físico y emocional en el que se halle. No seré yo quien dé lecciones a nadie. Pero la sensibilidad que requiere la convivencia precisa de aunar posiciones que en un principio se hallen encontradas.
El Alma de los Pueblos: ¿qué cuentan (contamos) cada pueblo, y cómo han (hemos) construido sus (nuestros) relatos en el tiempo? Podemos plantearnos que un pueblo se describa a sí mismo, o que sean otros quienes les confieran su identidad. Sea como fuere, el conflicto se plantea cuando se pretende cerrar un circuito abierto, o bien si se intenta abrir lo que está cerrado.
La convivencia no se da por arte de magia. Los engaños empañan la confianza, enturbian las relaciones y terminan haciendo inviables los acuerdos. Es posible que uno intente maquillar sus intenciones y que logre representar un equilibrio postizo, durante los instantes que su interlocutor haga lo propio o bien deje de actuar como un pardillo. En todo caso, para que el acuerdo sea factible, hay que quitarse las caretas. Seguramente, lo complejo de las relaciones sea aquello tan sabido como obviado en tantas ocasiones: "la belleza está en el interior".
Qué decir de la belleza interior, y cómo se consigue
Ateniéndome al dicho popular entre las mujeres "la limpieza es el primer secreto para lograr una piel tersa, luminosa,...en definitiva, bella" intento reflexionar sobre la limpieza de ese interior despreciado en aras de una vida terrenal sin transcendencia alguna.
Cuando nos lavamos con agua y jabón estamos eliminando principalmente las bacterias y los virus que portamos en nuestra piel -el órgano visible, más grande en área de superficie y peso, del cuerpo humano- y las células muertas que obstruyen los poros -esos pequeños orificios en la piel cuya función destacada es la de eliminar toxinas y procurar la correcta transpiración del sudor que ayuda al cuerpo a regular la temperatura.
Por experiencia sabemos que hemos de frotarnos bien la piel si queremos eliminar restos de suciedad incrustados. También conocemos los beneficios del peeling: una limpieza en profundidad al finalizar los fríos invernales, con objeto de lograr una mejor hidratación de la piel ante los rayos solares en el verano.
Aún conociendo los protocolos externos de limpieza de la piel, puede que no se logren los efectos deseados porque otra parte relevante de coadyuva se tiene en la alimentación, en el estilo de vida adoptado, el talante ante las dificultades y un largo etcétera que nos hace pensar en que la fachada se puede alterar y reconstruir de tanto en tanto, pero la realidad se hace patente desde el interior.
La negación de Dios, el encuentro con la Nada
La negación forma parte de una afirmación (de Perogrullo). La Ciencia acompaña a los seres humanos a través de la Historia. Los relatos que nos han llegado en los diversos modos que fueron plasmados en su día, son interpretados a la luz de una hipotética mirada en un tiempo imposible de abarcar y mucho menos de comprender o juzgar. La temeridad de interpretar los hechos acontecidos atendiéndonos a unos hallazgos en la Tierra, nos lleva a pensar que la versión de hoy cuadra con los hechos de ayer. Vemos la fachada y opinamos del interior.
Es conocida la discusión de que la nada no puede expresar algo. Posible o imposible, se traduce por viable o incierto. Se da por sentado que la certeza absoluta es una quimera. Una quimera que los Físicos tratan de hallar como cierre categórico de Unificación de las Fuerzas que rigen el Universo que exploramos y el Universo de las partículas que nos conforman. Y para realizar sus pesquisas no tienen más remedio que apoyarse en certezas absolutas que hacen viables los viajes espaciales, por ejemplo.
Quienes viven en la Tierra entre dos nada -puesto que afirman surgir de la nada y regresar al morir, opinan gratuitamente de la existencia de Dios. Lo inconmensurable es a nuestra capacidad limitada de entendimiento, lo que el interior y la fachada. Intuimos la fachada y osamos pronunciarnos sobre el interior.
En todo caso, la pretensión de limpieza ligada a la belleza suele ser compartida por culturas diversas atendiendo a su idiosincrasia, en lo referente al cuerpo y al espíritu. Tal vez en la cultura de occidente, al sernos cercana, sintamos el zarpazo brutal que sufre el cuerpo espiritual del ser humano en estos momentos. Y ante la incertidumbre el sosiego no surge por arte de Birlibirloque.
Quizá ha llegado el momento de preguntarnos si somos capaces de hacer limpieza interior, con peeling incluido, de nuestro comportamiento y actitud ante la vida y el prójimo. Nos va en ello la convivencia, lo bello de la existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario