viernes, 7 de agosto de 2020

NOVATA 54

LAS NEURONAS QUE NO MUEREN

Describir los sentimientos es una manera de repasar lo que acontece en tu interior.

Cuando uno se siente motivado a escribir sobre su estado de ánimo, en primer lugar, diría que alberga cierta soledad emocional en su entorno inmediato. También es cierto que uno puede pintar, empapelar, limpiar, coser, hacer punto, dibujar, pasear, nadar...como desahogo emocional. En todo caso, soltar lastre requiere tomarse en serio a sí mismo. El no hacerlo, pasa factura.

La propia inquietud sumada a la incertidumbre de lo que te rodea recrea un caldo de cultivo propicio al desánimo. Y, cuando uno despierta temprano en medio de las preocupaciones que le asaltan, ha de tirar de esas neuronas que aportan sosiego al expresarse. Son las neuronas que no mueren, si somos capaces de ocuparnos de ello.

En conversaciones con personas de mi entorno cercano, a la escucha de sus inquietudes, comparto un discurso en el que me apoyo siempre que puedo: "ocúpate de lo que importa, que las preocupaciones se resolverán en el transcurso de los acontecimientos". Y es ahí, en ocuparse de lo que importa, donde se hallan las neuronas que no mueren.

Cada persona es un mundo, y las neuronas que no mueren forman parte de ese mundo suyo. Ha de encontrarlas si pretende ocuparse de lo que importa.

El sentir y el pensar caminan juntos, aunque en ocasiones tiren de uno de manera contradictoria. No puedo negar que somos bioquímica. Pero, al mismo tiempo, somos capaces de reconocer las sustancias que alteran los estados de ánimo, y ello nos permite repensar nuestros actos y centrarnos en lo que importa. Eso sí, esto requiere diligencia. No puedes esperar a mañana. Hoy es el día. Cada jornada nos presenta un reto y hemos de saber utilizar las neuronas que no mueren.

Las neuronas que no mueren...¿dónde se hallan?

De alguna forma, los seres humanos llevamos impreso la premisa de inmortalidad, aunque se reniegue e intente soslayar. El tiempo que pasamos enredados en la negación deja mucho margen al arraigo de la egolatría, de modo que las neuronas que no mueren puede que no lleguen a expresarse. Y ello provoca una reacción en cadena, como una ola gigante que arrasa lo que toca.

Cada época padece un tsunami devastador que deviene de la egolatría extrema de los dirigentes locales, sumado a la indigencia moral de la sociedad que los aúpa en el trono dorado de pies de barro.

Las neuronas que no mueren están en todas partes palpitando su agonía. Pero...cuando una persona se encuentra entre ese palpitar, las fuerzas se replican y la ola devastadora cesa en su interior...ES LO QUE IMPORTA.

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