LA REVOLUCIÓN DE LA CALMA
Cada día es un despertar a lo inesperado, por mucha agenda que gastes.
Cuando menos te lo esperas, te detienes bruscamente ante lo inesperado que irrumpe y empuja. A diario gastamos energías en actividades variopintas por ver de escapar a la monotonía.
Digamos que se da una incongruencia vital: escapo a la monotonía, pero me rebelo ante lo inesperado.
Digamos que se da una incongruencia vital: escapo a la monotonía, pero me rebelo ante lo inesperado.
Los que andamos escasos de actividades (algunos jubilados) en ocasiones situamos el retrovisor malamente e introducimos la marcha de una monotonía programada, sin pararnos a pensar en los cambios que llegaron, y lo siguen haciendo, gracias a los acontecimientos inesperados.
Cada uno pretende a su modo mantener una vía de escape a la temida monotonía; le pasa a cualquier adulto. Los pequeños y los jóvenes viven en un mundo por descubrir, y la monotonía no va con ellos.
El cerebro, esa caja de sorpresas que cada persona completa y recompone como puede, avisa con calma de sus necesidades acumuladas, cosa distinta es que nos demos por enterados.
Quienes han pasado por situaciones de tensión, como pueda ser una grave enfermedad, dicen que se sienten más humanos tras la experiencia. De alguna forma están transmitiendo que su comportamiento anterior era manifiestamente mejorable. Estaba ahí, sin conectar, esa humanidad que mencionan.
Planificar el día puede ser una actividad incómoda y placentera a la vez; dependerá de los asuntos que completen la jornada. Lo que no solemos anotar son los momentos del día dedicados a la contemplación; parece que hayamos perdido la habilidad de sentir la contemplación como un acto placentero. Aunque sin conectar, sigue ahí.
Personalmente, cuando me jubilé no entraba en mis planes planificar el día a día, ni mucho menos conectar el modo contemplación. Pensaba que el caos estaría bien. Sin embargo lo inesperado salió al encuentro, y la revolución de la calma se hizo imprescindible.
Uno de los comportamientos significativos de los enfermos de Alzheimer es la inquietud. El ir perdiendo facultades mentales les mantiene en un estado de alerta que es conveniente atender de forma sosegada.
>>¿Qué voy a hacer esta mañana?
>> Si hoy es lunes, ¿dímelo tú?
Seguramente no podrá responder sin ayuda, pero te está transmitiendo la necesidad de mantenerse activo; de tanto en tanto habrá que cambiar de actividad porque se cansa.
La revolución de la calma se impone, y el caos se pospone: en apariencia.
El hecho de contar se convierte en el instrumento de sosiego que la persona utiliza para armonizar el caos y la calma.
Llevar un diario forma parte de la actividad en un enfermo de Alzheimer. Aunque sea al dictado, la escritura le ayuda a mantener su identidad.También la preparación personal cuenta a la hora de atender al enfermo. Y hoy es más sencillo estar al día gracias a Internet. Comparto un vídeo, seguro conocido, del Dr. Mario Alonso Puig.

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