CIENCIA Y MEDITACIÓN
La meditación cruzada
Este párrafo corresponde a la obra "Destejiendo El Arco Iris" de Richard Dawkins. Lo mantengo en la nube archivado junto a los materiales de "Filosofía de la mente y de la acción" y "Ciencia Cultura y Pensamiento" dentro del Itinerario de Filosofía y Humanidades que cursé del 2011 al 2016, en la Nau Gran (Universidad de Valencia). Fue el profesor Victor Luque, quien nos propuso esta obra de singular belleza científica. Sin duda, estas dos asignaturas motivaron la idea de indagar en las relaciones de la mente y la acción, que iniciara en el año 2015 y que por razones personales tuve que ir posponiendo; aunque lo hecho sigue ahí, y el pensamiento se mantiene.
Estos tres últimos años me han permitido crecer en un campo de la Ciencia que no había previsto. La Neurología. De alguna forma, empiezo a valorar la acción de forma muy distinta a como hasta ahora lo pensaba. De ahí lo de meditación cruzada.
¿Qué es meditar? Todavía no lo sé. Sé que no siento lo que se dice de ello.
¿A caso no medito en el escaso tiempo dedicado a plasmar en unas cuartillas digitales el sentir que invade mi ser? Entiendo que no medito cuando la mente no se libera de las emociones que experimento en el transcurrir de la jornada.
¿A caso la acción queda limitada al pensamiento?
La lectura científica ha sido la excusa de meditación principal desde niña. Lo sigue siendo. Soy amiga de las certezas que se pueden ampliar, modificar o rechazar ante nuevas evidencias. No soy amiga de interpretaciones de obras fragmentarias, traducidas y lucidas fuera de contexto. Leer a Ramón y Cajal, es toda una aventura. Hacer lo propio con Platón, es realizar un ejercicio interpretativo versionado. No es lo mismo. Sin embargo, ambas lecturas se cruzan sin reconocerse.
En el año 1959, el físico y novelista C.P. Snow, en una influyente conferencia exponía su tesis de ruptura comunicativa entre las ciencias y las humanidades; la falta de interdisciplinariedad suponía un inconveniente para la resolución de los problemas mundiales. No puedo estar más de acuerdo. En mis años de docencia he intentado llevar la interdisciplinariedad a las aulas, con el rechazo abrumador de los compañeros de ciencias y los de letras. Sin duda, la educación padece ese síndrome de falta de integración.
Rozando los años veinte del siglo veintiuno, aventuro que la Ciencia lleva la batuta. Pero la dificultad de entendimiento sigue ahí sin resolverse. Muchos de los músicos versionan a su manera e intentan imponer al resto su interpretación. Sin embargo, los conocimientos que la Ciencia proporciona dejan escaso margen a los disidentes. Cierto es que cada cultura tiene su forma de hacer. Pero no es menos cierto que los avances tecnológicos nos igualan a todos en la vulnerabilidad de la intimidad que uno sentía suya.
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