VIVIR SIN ÉL
Recuerdos Envolventes
Cuando pienso en el amor como pasión y en una vida de entrega, me percato del recorrido quebrado que me resta de viuda.
Desde la soledad del duelo comienzo a describir hoy en el blog, sin prisas, los sentimientos que me acompañan por la pérdida de mi marido que falleció de alzhéimer el día siete de noviembre de 2024.
Cuando te enfrentas a una situación impuesta no deseada, como lo es la pérdida de un ser querido, pasados unos cuantos meses -cada persona requiere su tiempo- aterrizas en la situación diaria de vivir en ausencia del ser al que amabas profundamente.
No importa lo que uno haga, ya sea leer, coser, pasear, bailar, cocinar… (entre sollozos) lo deseable es que la actividad elegida motive a curiosear, a imaginar cómo darle un toque especial; encontrar la chispa que nos saque de la monotonía. Lo interesante del proceso creativo es que abre posibilidades; no se pretende hallar una solución, simplemente podemos mirar el asunto desde otra perspectiva.
En palabras de Steve Jobs “La creatividad consiste en conectar cosas”.
Si nos ponemos en situación de pensar "¿qué podemos hacer para que nuestra actividad cotidiana deje de ser rutinaria?" es factible que hallemos conexiones insospechadas a explorar. Lo intuyo complicado pero no imposible; en todo caso, en palabras de Alicia en el País de las Maravillas, 'impasable'.
A día de hoy, no sé cómo voy a retomar esa curiosidad que anima a emprender una acción; seguramente lo voy a lograr gracias al apoyo de la familia y de las personas que nos han querido y que me aprecian. El hecho de escribir para compartir, me ayuda a pensar en cómo me siento y de qué manera puedo expresarme para que se comprenda mejor.
Pienso que, no hay entrega sin amor.
En el atardecer del trece de enero de 2025, en pleno proceso de duelo por la muerte de Felix, me propongo como actividad creativa describir los acontecimientos notables que han dejado huella en mí. Voy a intentar recrear mi vida de entrega comenzando por el final. A sabiendas del amor apasionado que me mantuvo a su vera.
Un relato se inicia por algún motivo; no importa si se vocea rodeado de personas, se plasma en papel o se comparte de forma virtual. En mi caso me cuestiono: ¿por qué estoy aquí en este instante tecleando mis pensamientos?; ¿qué me lleva a describir los hechos de ayer, de anteayer?
Necesito descomponer el puzle que he completado hasta hoy, durante estos setenta y cinco años de vida en común, y elegir qué piezas son valiosas en esa historia, porque intuyo que me he de apoyar en esos recuerdos y continuar el camino que, hasta hace nada, vibraba en sintonía con él.
Soy consciente de que la familia y los amigos están ahí para escuchar mi dolor, y les estoy muy agradecida por su ayuda. El intenso pesar en el que me hallo hace que no comprenda el mensaje que me transmiten: "Ahora has de pensar en tí".
¡No sé cómo pensar en mí! Él no va a volver a pisar la Tierra. ¿Cómo puede uno en la etapa de adulto mayor lograr vivir solo? ¿Acaso no se comprende que ahora las estancias de la casa ensordecen por el silencio? ¿Es tan complicado entender que te acuestas y te levantas sola; desayunas, comes y cenas sola?
Cuando tu vida comienza en el seno de una familia numerosa y, más tarde, formas la tuya propia también numerosa: el ruido es la tónica del día a día. El trastear en la cocina. La ducha que uno tras otro utiliza a placer. Las sentadas frente al televisor mientras se elige qué película ver… Luego, cuando la enfermedad de alzhéimer se presenta y seguimos caminando juntos sin decaer, un día la muerte le alcanza y me quedo sola.
El duelo: un laberinto a recorrer
La muerte de un ser muy querido deja a la persona al borde de un laberinto que percibe enmarañado, complejo de acometer. Sientes que nada te ilusiona. Y es que el dolor y la ilusión son inversamente proporcionales. A pesar de ello, mientras las lágrimas recorren el rostro y las secas, el dolor que se libera puede dar paso a destellos de pensamientos que dejan entrever alguno de esos caminos que podrías tomar y atreverte a encontrar una salida.
Hasta una proxima entrada, gracias por leerme.
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