A TODO SE ACOSTUMBRA UNO
¡Lo quiero para ayer!
Se podría decir que, mi respuesta a un hecho puntual tiene que ver con el mensaje implícito en el título de esta entrada. Me explico.
Llevo un tiempo preparando las vacaciones estivales con enorme ilusión, en ese intento que nos invade a la mayoría de jubilados, ya vacunados y con las mascarillas FFPII como atuendo veraniego previsto para incluir en la maleta.
Ahora más que antes habremos de protegernos en los paseos comunes, allá donde estemos.
La mezcolanza de viandantes, posiblemente "algunos-muchos" sin mascarilla, hace imprescindible el uso de las FFPII.
No nos sirven las quirúrgicas que impiden que uno contagie al otro, pero no preservan de ser contagiado.
Al suprimir el gobierno la obligatoriedad de llevar mascarilla al aire libre, cuando los portadores asintomáticos siguen ahí dejando el rastro en ese aire compartido, su uso se convierten en una opción a tener en cuenta, por muy vacunado que uno esté. Mientras el virus tengan la posibilidad de medrar en un huésped, lo hará. Y, como dicen los que saben, para estar 'seguros' hemos de esperar a estar un alto porcentaje de población vacunada. No es el caso de este verano, por mucho que toquen y repiquen las campanas desde la Moncloa.
A lo que iba, y que guarda relación con el título: ¡¿Uno se acostumbra a ser impaciente?!
Antes de concretar un hotel reviso opciones en la web. y elijo tras valorar las condiciones de reserva desde los turoperadores, o en la página web del hotel. Eso mismo hice el otro día.
Llamé a la recepción del hotel y reservé habitación. Al despedirme, le recordé a mi interlocutor que me enviase la reserva al correo electrónico. Él asintió, y colgamos.
Ahora viene lo mejor.
A los pocos minutos de colgar, miro en el correo si me ha llegado la confirmación. No aparece, y miro en los archivos de spam. Nada. Nada de nada.
Inquieta por si no hubiese tomado correctamente la dirección de correo electrónico, llamo por teléfono y le comento la incidencia. Su respuesta es TOTAL.
Señora, no se preocupe, a lo largo de la mañana se lo envío. Verá, si lo hace desde la web del hotel, la respuesta es inmediata porque lo realiza un robot; pero desde recepción lo hago yo a mano y he de esperar a tener tiempo.
Me despedí dándole las gracias, y pensando en la gran oportunidad que me había brindado este episodio para reflexionar sobre un tema candente. Ahí lo dejo.
Un lugar para olvidarse de la mascarilla al aire libre...
¡FELIZ VERANO!
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