miércoles, 16 de junio de 2021

NOVATA 85

EL VERANO QUE VIENE

Metidos en el túnel de un largo año y medio de pandemia, la luz parece asomar en el horizonte.

La luz a veces puede cegar. En estos momentos, la relajación en las medidas de seguridad sanitaria ponen en riesgo la vida, la salud de todos. Lo argumento con una anécdota que viví ayer.

Este año el verano se presenta diferente para muchas familias; en España piensan quedarse por la zona, o moverse a destinos cercanos. En nuestro caso, el cambio se avecina importante: pasamos del fresquito de La Coruña al calor húmedo de Palma de Mallorca. Eso sí, la motivación no deja dudas: estaremos con la nieta, la hija y el yerno a los que no hemos podido disfrutar por la pandemia.

A lo que iba, la anécdota:

Acudimos al Corte Inglés a comprar algunas prendas adecuadas para un verano mediterráneo. En la zona de caja, me di cuenta del grueso de parejas mayores que estábamos allí.

Cuando la dependienta nos atendió le comenté: 

Habrán notado en las ventas que los mayores estamos vacunados.
 Ella me contestó:

Desde luego. Pero el inconveniente es que algunos se quitan la mascarilla y si les digo algo me contestan YO YA ESTOY VACUNADO, a lo que les respondo PERO YO NO.

Es una vivencia que pone el acento en los comportamientos inadecuados de la población que devienen y mal-justifican por la incertidumbre permanente de las comunicaciones oficiales que se dan a diario.

También tiene su lado bueno el cambio.

Es nuestro caso, y supongo que el de otras tantas personas. En estos momentos estoy preparando un atuendo veraniego diferente, con prendas ibicencas.

Un retorno a la juventud que a gustado a mi marido, cosa esta que me motiva pues los vestidos de tirantes no me gustan especialmente para mi. Sin embargo me he sentido cómoda y ¡hasta favorecida! Aunque la chaquetita de ganchillo sigue ahí acompañando las noches calurosas de paseo junto al mar Mediterráneo.

Supongo que los piropos de Felix tienen que ver con esa doble imagen que comparto. En un mes celebraremos nuestro aniversario, cuarenta y ocho años juntos. Él guarda la foto de aquella joven con la que quería compartir su vida. Y ahora, al retomar aquellos atuendos de juventud, le vienen los recuerdos del noviazgo. No lo suponía pero me ha sentado muy bien, la verdad.

El Alzheimer no ha borrado todavía el amor que siente y que recuerda.


A veces, cuando hablo con alguien que me importa, he de aclarar el significado que tiene la convivencia con la enfermedad del olvido.

Una amiga viuda me decía el otro día: "yo voy sola; tu vas acompañada".

Le contesté con una vivencia reciente: "Cuando entro en un centro comercial, he de estar muy atenta para no perderlo de vista, y si vamos a la playa no me puedo bañar porque él no quiere y él solo no se puede quedar".

Le dije que yo no puedo conocer su soledad, viuda de un hombre sano que la atendía primorosamente. Y ella tampoco puede ponerse en mi lugar puesto que yo soy 'acompañante' aunque ello no impida que me sienta acompañada. Pero no es lo mismo cuidar que que te cuiden.

Lo mejor de todo es aprender a vivir con sosiego los instantes no deseados, y experimentar la dulzura que los momentos gratos promueven en los corazones que laten al compás.

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