EL VERANO QUE VIENE
Metidos en el túnel de un largo año y medio de pandemia, la luz parece asomar en el horizonte.
La luz a veces puede cegar. En estos momentos, la relajación en las medidas de seguridad sanitaria ponen en riesgo la vida, la salud de todos. Lo argumento con una anécdota que viví ayer.
Este año el verano se presenta diferente para muchas familias; en España piensan quedarse por la zona, o moverse a destinos cercanos. En nuestro caso, el cambio se avecina importante: pasamos del fresquito de La Coruña al calor húmedo de Palma de Mallorca. Eso sí, la motivación no deja dudas: estaremos con la nieta, la hija y el yerno a los que no hemos podido disfrutar por la pandemia.
A lo que iba, la anécdota:
Acudimos al Corte Inglés a comprar algunas prendas adecuadas para un verano mediterráneo. En la zona de caja, me di cuenta del grueso de parejas mayores que estábamos allí.
Cuando la dependienta nos atendió le comenté:
Habrán notado en las ventas que los mayores estamos vacunados.Ella me contestó:
Desde luego. Pero el inconveniente es que algunos se quitan la mascarilla y si les digo algo me contestan YO YA ESTOY VACUNADO, a lo que les respondo PERO YO NO.
Es una vivencia que pone el acento en los comportamientos inadecuados de la población que devienen y mal-justifican por la incertidumbre permanente de las comunicaciones oficiales que se dan a diario.
También tiene su lado bueno el cambio.
Es nuestro caso, y supongo que el de otras tantas personas. En estos momentos estoy preparando un atuendo veraniego diferente, con prendas ibicencas.
Un retorno a la juventud que a gustado a mi marido, cosa esta que me motiva pues los vestidos de tirantes no me gustan especialmente para mi. Sin embargo me he sentido cómoda y ¡hasta favorecida! Aunque la chaquetita de ganchillo sigue ahí acompañando las noches calurosas de paseo junto al mar Mediterráneo.
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