MUJER
¿Se diluye hoy ese ser, capaz de albergar esperanza de continuidad de la especie humana?
La maternidad en el siglo XXI parece abocada a una transformación ligada a las técnicas de reproducción, junto al sentirse o no seguro/a con los atributos de nacimiento que identifican el sexo.
En el día que celebramos el homenaje a las madres, me cuestiono sobre el sentido que tiene la mujer como madre, más allá de haber parido o no al hijo que cuida. Aparece también la figura del varón que, bien por adopción o maternidad subrogada, mantiene la opción maternal del cuidado de los hijos.
Nada tengo que objetar a las opciones planteadas. Sin embargo entiendo que la visión de la mujer ha de ser objeto de una profunda revisión en nuestra sociedad occidental. Me refiero a las aptitudes y a las actitudes que forman parte de la cotidianeidad de una mujer consciente de serlo.
La pandemia que venimos padeciendo por la COVID-19, ha puesto en evidencia la vulnerabilidad y la capacidad de adaptación, dos características que acompañan a los seres humanos en su evolución.
La familia está en continuo proceso de adaptación en franca vulnerabilidad, sujeta a los vaivenes que los distintos modelos sociales se plantean, en función de las ideologías que primen en el contexto que se habite.
Desde la atalaya que supone la edad cronológica, con el aliento de saberse en tránsito a una madurez que ayuda a mantener cierta flexibilidad propia del desarrollo de la inteligencia, miro el futuro con ternura.
La vida se abre camino entre zarzas y pozos. Y la familia seguirá la ruta que el momento requiera. Estará ahí.
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