miércoles, 23 de mayo de 2018

NOVATA 9

DESPENALIZAR LA EUTANASIA

¿Cuándo comenzamos a debatir sobre cómo morir? Tal vez la idea llega de una mano ajena.


Recuerdo las discusiones que manteníamos en foros católicos sobre los cuidados paliativos hace veinte años, y ya entoces llevaba tiempo en el debate social. Así pues, esa idea de que otro acabe con la vida de uno, tiene un largo recorrido.
En estos momentos, cuando los ánimos están tocados por la caida de tantos mitos (de cualquier estamento no solo el político), se entiende oportuno por buena parte de las ideologías de izquierdas traer a debate parlamentario la propuesta de despenalizar la eutanasia.
La sociedad mantiene posturas distantes en el concepto de la practica médica en relación a la eutanasia, empezando por el colectivo sanitario. De alguna manera, eso que llamamos sedación final en los hospitales, se acerca peligrosamente a un final asistido bien visto. No lo critico. Expongo un caso hipotético al uso, que pone en tela de juicio que se cumplan los deseos de las personas enfermas terminales. El debate se sustenta en dos actividades concretas: los cuidados paliativos y el testamento vital.

El caso
Un paciente jubilado diagnosticado de un cáncer avanzado en fase terminal, tiene una póliza de seguro privado sin contrato de cuidados paliativos, y no ha solicitado dichos cuidados a la Seguridad Social. Tampoco cuenta con sus últimas voluntades concretadas en el testamento vital.
Así las cosas, el enfermo mantiene la determinación de seguir en su hogar en la lucha hasta el final. En la mesita de noche una estampa de la Virgen le acompaña desde niño. Cuando se siente en peligro la toma entre sus manos y la besa.
El cáncer lo invade. Él mastica y traga los alimentos con una fuerza que se hace patente en el rostro. Cuando el dolor se agrava, la póliza contratada permite que un médico de urgencias le visite en el domicilio y le paute la dósis pertienente para aliviar el dolor. Ello no corresponde fielmente a lo que se contempla como cuidados paliativos.
La familia se desespera y decide llevarle al hospital. Como es sabido, allí nada se puede hacer por la recuperación del enfermo. Una vez constatado que el enfermo no cuenta con el testamento vital, se les plantea a los familiares una doble cuestión: cuidados paliativos en casa, o sedación final en el hospital. Los facultativos dejan los documentos necesarios para la sedación final que ha de firmar (hipotéticamente) el paciente.
Hasta aquí los hechos.

Ahora trataremos de avanzar en el dilema moral planteado a la familia: cuidados paliativos en casa, o sedación final en el hospital. Esto es:  si se tienen en cuenta o no las últimas voluntades no escritas de la persona. Se podría decir que la familia 'interpreta' la voz del enfermo.
Lo primero a resaltar es la relevancia que cobra hoy el testamento vital. De tenerlo hecho, resulta impensable que los familiares o los facultativos se salten sin consecuencias legales las últimas voluntades de la persona.
En la toma de decisiones importa el cómo nos calzamos los zapatos de otros. Generalmente la llamada empatía cobra vida cuando de alguna manera hemos pasado por situaciones similares y somos conscientes de ello; quiero decir que tiene mucho que ver con el hecho de tener datos experimentados.
También en las decisiones cuenta el cómo discurre la moral en nuestro quehacer. La laxitud que adpotemos ante los diversos dilemas que se nos presentan en el día a día, ese decir: "esto no va conmigo" "a mi no me afecta" "que cada palo aguante su vela" "no te metas que saldrás escaldado" y un etcétera viene a significar que el 'yo' se pone por encima de todo, que uno se siente `libre' de saltarse cualquier norma, directriz o deseos que se consideran legítimos siempre desde un planteamiento subjetivo.
Los dilemas se plantean sin soluciones concretas. Y es un hecho que la despenalización de la eutanasia deja en el aire demasiadas cuestiones de difícil consenso.

Me centro ahora en el hecho de los cuidados paliativos, como piedra de toque en el dilema propuesto. A fecha de hoy esos cuidados están previstos fuera de los hospitales. De modo que, si se pudiese administrar esas atenciones en los hospitales las familias quedarían 'liberadas' de la carga emocional y física del enfermo en la casa.
Ayer acudí a la presentación del libro CONDICIÓN HUMANA Y ECOLOGÍA INTEGRAL. Horizontes educativos para una ciudadanía global de D. Agustín Domingo Moratalla. En el coloquio abierto se pudo escuchar un argumento de peso específico: "Los cuidados paliativos en un hospital serían muy caros. La eutanasia resulta muy barata".
No voy a entrar en el costo que supone la atención debida a una vida que toca a su fin. No quiero ceñirme a la cuantificación monetaria del dolor ajeno, aunque esa realidad esté latente en el dilema moral. Prefiero centrarme en la argumentación relacionada con la verdad, la ternura y la misericordia que también ayer se citaron en la presentación del libro arriba mencionado. Me pregunto ¿cuándo y con quién conversamos sobre su significado? 
LA VERDAD, NO ES RELATIVA
LA TERNURA, IMPRIME FORTALEZA
LA MISERICORDIA, COMO VACUNA DE INFLEXIBILIDAD
¿El profesorado y las familias nos tomamos en primera persona la realidad que vivimos?
Menores que acosan. Menores que son acosados. ¿Dónde queda LA VERDAD?
¿Quiénes toman a LA TERNURA como bandera de fortaleza?
¿Dónde queda LA MISERICORDIA cuando solo damos por bueno nuestro sentir?
¿Los ciudadanos nos hemos hecho las preguntas pertinentes para proceder a argumentar a favor o encontra la despenalización de la eutanasia? Sinceramente opino que son muchas las cuestiones por hacer para valorar el porqué se nos presenta a la eutanasia como un acto de humanidad.

La intención que motivan estas líneas no es otra que la de instar a la reflexión ponderada ante una propuesta de muerte programada con pretensiones de regularla para que sea asistida por los facultativos cuyo valor esencial es el salvar vidas.

En todo caso, el testamento vital viene a ser el salvaguarda en el final de la vida. Y, puestos a elgir, me quedo con los cuidados paliativos organizados para ser efectivos en el hogar; entiendo que este es un planteamiento humano para el final de la vida. Nacemos en compañía de nuestra madre, somos seres sociales y lo seremos hasta morir. Morir acompañados.

2 comentarios:

MARISA dijo...

Yo tengo a mi tía según los médicos terminal y si vuelve a ingresar la sedaran. Por que? Del infarto se ha recuperado y de otras teclas también y yo no estoy de acuerdo pero no se que hacer. Ya anda come bien sale a la calle ellos se pueden equivocar y en su caso así es. Esta muy bien aún para pasar a decir sedación en su próximo ingreso si ocurre. Gracias por este artículo

Mª Ángeles dijo...

Gracias Marisa por compartir tu experiencia. Como intento transmitir, lo más sensato es realizar el testamento vital.